El zapato del diablo
                        plagio de un cuento conocido
                        por Julio GALLI
                          
                        Es sabido que el diablo se viste de mujer, porque realmente es mujer, 
                            no es como dicen:     "el diablo tiene forma de mujer" 
                        el diablo es mujer 
                        y tú y yo lo o la conocemos. 
                        Como dice el joven maestro de tango
                            Javier Rodríguez, 
                         
                        la milonga es el infierno 
                            y a todos nos gusta visitar el infierno... 
                            (por un ratito) 
                        ... porque en la milonga está (a veces) el diablo, y con él nos gusta bailar, por lo menos por 3 minutos. 
                        Lo malo es quedarse en la milonga, porque en el infierno nada bueno queda. 
                            De labios de Estela Misse (a los 26):  
                        la milonga es sólo "el durante" 
                        entrá solo y  volvé solo 
                            nada dejes de lo que traés de "antes"
                            y no te lleves nada del infierno
                            "después". 
                          
                        Pocas palabras cruzan en la mesa quienes la comparten. Predomina el estado de alerta. 
                        En esta milonga en particular no habían  muchachitos (de 20 a 70 años) vestidos de jeans (como si fueran implantes del oeste lejano) (o anticuados  transgresores del pasado). 
                        Las mujeres estaban bien vestidas. 
                        Cuidando la fiesta popular del Río de la Plata, cada uno respetaba a los demás, presentándose con su mejor apariencia. No había  mal transpirados tratando de impresionar con aspecto mugroso (tal vez no los habían dejado entrar). 
                        Se apostaba fuerte 
                            y hasta los novatos 
                            parecían milongueros 
                            ... 
                         
                        Se había parado para atacar en esta tanda. Era justo la orquesta que mejor le movía los pies y el sentimiento, y la vió de espaldas caminando hacia su mesa. ¿De dónde había salido? Caminaba segura pisando con los tacos 10 de unos zapatos rojos como el fuego. Inconfundible su cuerpo de milonguera.  
                        Tiene el diablo en el cuerpo 
                            me comentó. 
                        Tenía la mirada fija en ella y cuando se sienta  y vuelve la cabeza, sus miradas se cruzan e inevitablemente el gesto 
                            invita, y el gesto asiente... 
                        A esta altura, era el rey de la pista 
                            pero sin darse cuenta 
                            absorbido por el compás 
                            y la magia del diálogo corporal perfecto 
     
                         
                        estaba bailando con el diablo 
                         
                         
                            Un milonguero, rara vez se regala bailando dos tandas seguidas con la misma pareja. Respeta siempre que en las cortinas se barajan y reparten de nuevo las cartas. Así debe ser. 
                        A veces, hay en algunas milongas, cachivaches que mascan chicle mientras bailan. La estupidez máxima es que hagan un globito y se lo exploten en la oreja al tonto (o tonta) que acepta bailar con ella (o él). Algunos de estos especímenes ni siquiera mastican a compás. 
                          
                        nunca bailes con alguien 
                            que masca chicles en la pista 
                         
                         
                        Embriagado por haberla bailado con  D'Arienzo y sintiendo la necesidad de "morir la noche" con ese veneno que había probado, aguardó sabiendo que el DJ siempre pasaba una tanda de Biaggi o de Malerba alrededor de la medianoche. 
                        Esta vez fue puntual. Más puntual que nunca... A las 12 en punto estaba sonando la orquesta de Ricardo Malerba. 
                        Giró la cabeza para buscarla. No estaba en su mesa, tampoco en la pista.  
                            A las 12 en punto había desaparecido. Todavía sentía entre sus brazos, el espacio de su figura. Miró la mesa con más atención y vió asomando por debajo del mantel, un zapato... un zapato rojo como el fuego. 
                          
                        Y allí quedó él, 
                            el rey de la pista 
                            con el zapato del diablo 
                            en una mano, 
     
                         
                        tratando de recordar su cara sin lograrlo, renegando todavía cada uno de sus movimientos... 
                        Se sentía  capaz de crear una milonga, la mejor milonga tan solo "pancontrarla", (en realidad quería que viniera el diablo a poner el pie en su zapato). 
                        Y así lo hizo, así nació esa milonga ortodoxa, completamente respetuosa del ritual, que aún hoy promediando el siglo XXI hace ya más de 40 años, se llama 
                         
                            El Zapato del Diablo
                          
                        ... en ese nostálgico puerto  del Virreinato, que los viajeros llaman Montevideo. 
                          
                        ¿Querés bailar en esa milonga? 
                        
                         
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